Dando un paseo por la plaza del barrio, nos encontramos con Cata, una dulce pelirroja que ya desde pequeña se nota amante de los perros, tanto así que cuando vio a Lorenza quiso salir corriendo de su carrito para tocarla, y no se quedó conforme hasta que se la acercamos y con sus manitos regordetas delicadamente la acarició.
Por suerte llevaba mi cámara y con el permiso de su mamá pude tomarle unas fotos.