Desde hace más de dos siglos, los muros del antiguo almacén atesoran secretos del arrabal porteño: penas de amor, deudas de juego, traiciones, sueños imposibles...
Por eso, algunos viejos parroquianos dicen que en la esquina sin ochava de Balcarce e Independencia se oculta el alma de la misteriosa Buenos Aires.Para conocerla, aseguran los más experimentados, hay que dejarse llevar por la melodía del lunfardo y animarse a los vaivenes de la milonga.