Deseosa de tener más, -no es que me queje, pero alguna vez me viene lo terrenal-, levanté mi vista al cielo rogando por un bien material, cuando volteé, divisé en la cocina mi cesta de frutas, y me sentí dichosa por tener lo que otros quizás no.
Literalmente miré a esa fruta como reuniendo a mis afectos, mi familia, mis amigos, mis compañeros, y, si por ahí los hubiese, a mis enemigos. Fue que pensé lo afortunada que soy, no todos tienen la posibilidad de una cesta llena de frutas.
Literalmente miré a esa fruta como reuniendo a mis afectos, mi familia, mis amigos, mis compañeros, y, si por ahí los hubiese, a mis enemigos. Fue que pensé lo afortunada que soy, no todos tienen la posibilidad de una cesta llena de frutas.